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Jardinería y Terapias

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viernes, 18 de marzo de 2011

Plagas de Plantas - Las Hormigas


Se trata de insectos que poseen una organización social y una división del trabajo bastante complejas. Viven en grandes hormigueros subterráneos que suelen tener varias bocas de entrada. Aunque existen distintos tipos de hormigas, pueden dividirse en dos grandes grupos: las que cortan hojas y las que comen otros insectos (carnívoras).

Las primeras, aquellas que causan daños en nuestros jardines, no se consideran herbívoras pues no comen hojas, sino que éstas son utilizadas para alimentar a los hongos que ellas mismas cultivan y luego comen. En la primavera y en el verano, se observa una gran actividad en los hormigueros.

Sucede que en esta época, las hormigas atacan a una gran cantidad de plantas de especies distintas, que muchas veces quedan completamente sin hojas.

Los métodos de control son variados, y consisten en destruir los hormigueros, inundarlos, o bien utilizar productos químicos. Muchos de estos últimos son bastante tóxicos y deben manipularse con precaución, usando siempre guantes y lavándose muy bien las manos al terminar su aplicación.

Uno de los métodos más extendidos en los últimos años es el uso de cebos para hormigas en pellets. Dado que éstos poseen compuestos químicos que atraen a las hormigas, son llevados al hormiguero. Una vez allí, envenenan y matan a los hongos cultivados y en consecuencia, los insectos mueren por falta de alimento.

jueves, 17 de marzo de 2011

Malezas en Jardines


Generalmente, este tipo de plantas se hace presente en cualquier situación donde hay suelo o sustrato. Por eso, es común observarlas en macetas, jardineras, canteros e incluso entre las baldosas. La mayoría de las malezas viene en forma de semillas con la, tierra que se compra.

Otras llegan volando, como es el caso de los panaderos de los cardos (Carduussp Cirsium vulgare), el diente de león (Taraxacum officinale) y la cerraja (Sonchus oleráceus).

Existen además algunas especies que pueden crecer casi sin suelo, en agujeros de paredes y muros, como el palán palán (Nicotiana glauca) y algunos heléchos (Pterís longifolia, por ejemplo) o el kalanchoe (Kalanchoesp.) que crece sobre muros, terrazas y hasta en techos de materiales diversos.

En todos los casos pueden quitarse manualmente, con la ayuda de un cuchillo o una pala de mano, con raíz Incluida. Una alternativa para evitar la invasión de malezas consiste en esterilizar la tierra comprada antes de colocarla en las macetas, llevándola al horno caliente durante 10 o 15 minutos.

miércoles, 16 de marzo de 2011

El Riego de Árboles - Parte 2


El agua se eleva en las plantas con rapidez diferente según las especies. En la ilustración indicamos tres clases de árboles: un pino, un álamo y un roble, con la altura que en una hora alcanza la subida de la savia. Vemos así que en el pino el agua no llega a subir 1 m. en una hora.

El agua evaporada por los árbolesy otras plantas— viene principalmente del suelo. Nos encontramos así ante una nueva maravilla, puesto que no otro es el calificativo que podemos aplicar al hecho de que las hojas de la cima de un árbol puedan aspirar —a veces a 30 m. y más de distancia— el agua que se encuentra en el SUelo. Deben disponer de una bomba particularmente poderosa para realizar tal operación.

El agua subterránea contiene numerosas substancias útiles al árbol, y es aspirada por los finos vasos que comienzan en la extremidad de las raíces. A veces hay algunos hongos (las micorrizas) que ayudan a las raíces en estas tareas.

La absorción se efectúa a través de la fina piel de las raicillas y se reparte a lo largo de todo el tronco, ramas y hojas por una red de vasos. Al llegar a las hojas, el agua pasa por las nervaduras y de allí penetra por osmosis en toda la superficie de aquélla.

Hemos visto anteriormente que las plantas tienen células que contienen clorofila y que, aprovechando la energía solar, resultan ser extraordinarias productoras de azúcar. Cada célula de una hoja se convierte en una pequeña bomba que aspira el agua. El número de células es incalculable y forma, en conjunto, la gran fuerza aspirante del árbol, que puede así llevar el agua subterránea hasta su cima. Luego el agua se evapora por los poros de las hojas.

Al observar la ascensión del agua, se habia notado que las raíces ejercían una cierta presión, y se creyó sería la que determinaba la subida de la savia. Sin embargo, a medida que la fisiología vegetal fue progresando, se pudo determinar que esta presión no es suficiente para llevar la savia a una altura tan grande. La fuerza de atracción de las hojas es, pues, indispensable.

Cruceros por islas griegas


Uno de los lugares en que uno piensa cuando se trata de vacaciones es Grecia, con sus hermosas y diferentes islas, en las que habitan 1.300.000 personas, las cuales se desperdigan por unas 200 islas de un total de 2000 ya que muchas están deshabitadas aumentanto aún más su hermosura natural.

Esta gran cantidad de islas se divide en diferentes archipiélagos, tales como: Dodecaneso, Cycladas, Jónicas, Espóradas, islas del Norte del Egeo y las del Golfo Sarónico. Todos con particularidades que los hacen especiales para el disfrute. Realmente podemos hablar de paraíso en lo que a viajes se refiere ya que se conjugan no sólo la naturaleza impactante sino la historia, la cultura occidental en su más pura esencia, su surgimiento, con costumbres que se han mantenido con el paso del tiempo.

Disfrutar de los cruceros islas griegas implica vivir una experiencia única e inolvidable por las aguas cristalinas y la mitología fantástica, siempre en una tierra realmente hospitalaria con una gastronomía y arquitectura destacables.

En cuanto a posibilidades de recorrer estas islas existen muchas y variadas, en cuanto a duración y costos, incluso partiendo de diferentes ciudades y con recorridos distintos, recordemos que son muchas las islas griegas que se pueden visitar, lo que hace que el viaje se pueda repetir una y otra vez sorprendiéndose siempre de conocer lugares distintos y no menos maravillosos.

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martes, 15 de marzo de 2011

El Riego de Árboles - Parte 1


Como la mayoría de los seres vivos, la planta también necesita agua para su existencia y desarrollo. En cierta manera, se puede considerar esta agua como una especie de plasma de la sangre vegetal, en la que están disueltos numerosos productos llevados por la circulación atodas las partes del vegetal.

La economía del agua ha adoptado en las plantas —sobre todo en los árboles— formas particularmente impresionantes, como lo veremos al explicar el mecanismo en la ilustración.

Las hojas de los árboles evaporan continuamente agua hacia la atmósfera. Ingeniosos cálculos y experiencias han permitido establecer científicamente la cantidad de agua evaporada por un haya centenaria durante un solo verano: alrededor de 9.000 litros. Si suponemos que 400 de esos árboles pueden entrar en una hectárea, tendríamos asegurada una evaporación de 3.600.000 litros en un verano.

Supongamos que esta cantidad esté repartida uniformemente sobre la superficie de la hectárea; nos daría entonces una altura de 36 cm. (arriba, derecha). Si una masa tan enorme de agua cayera en forma de lluvia sobre la tierra desnuda —sin árboles u otra vegetación—, arrastraría una gran parte de esta tierra, mientras que el resto del agua se infiltraría en el suelo.

En tal caso, esa agua no podría seguir desempeñando su papel en el ciclo de la naturaleza. En cambio, en un bosque, esta agua es aspirada en verano hacia la cima de los árboles y devuelta a la atmósfera por evaporación. Se ha podido determinar que un bosque de hayas devuelve así a la atmósfera el 60 % de las precipitaciones.

No hace falta, pues, estudiar muy a fondo estas estadísticas para darse cuenta de la importancia que tienen los bosques y los cultivos en la salud de una región. Y más aún se comprenden las razones que abogan por la protección de la naturaleza, razones que, desgraciadamente, son consideradas por muchas personas como exageradas o nacidas de la fantasía de un soñador.

sábado, 5 de marzo de 2011

Desarrollo de las Plantas


El otoño es la época del año en que madura la mayoría de los frutos y es también la estación en que se recogen frutos y semillas para el invierno.

Los granos ya deben haber sido sembrados para que en la primavera siguiente, a veces lejos de la planta madre, hagan su aparición otras plantas. Si los frutos no contienen más que una sola semilla, es suficiente con diseminarlos. En cambio, si encierran muchas semillas, es necesario diseminar éstas por separado.

Las plantas silvestres aseguran la dispersión de sus semillas de diferentes maneras: hacen uso del viento, del agua, de la piel de los animales y hasta de medios técnicos que les son ofrecidos por el hombre. La ilustración reproduce muchos ejemplos típicos que prueban, una vez más, el ingenio de la naturaleza para asegurar la propagación de las especies.

Son muchas las plantas cuyos frutos y simientes son llevados lejos por el viento. Generalmente estos frutos son pequeños y están dispuestos para el vuelo (amargón y arce), pues parecen estar dotados de alas y de paracaídas. Algunos frutos estallan con fuerza cuando el tiempo es seco y dispersan así sus granos. Otros espolvorean sus semillas (adormidera): sus frutos podrían ser comparados a nuestros saleros.

Si recorremos las dunas y los campos secos en el verano, nuestras ropas se cubren rápidamente de semillas diversas, que se adhieren a la tela, como los viajeros clandestinos trepan a un tren o a un camión (abrojos, tréboles). El agua asegura, en algunos casos, la dispersión de las semillas.

Los cocos pueden ser llevados, por ejemplo, de una isla a otra por la fuerza de las olas. Se convierten entonces en verdaderas embarcaciones a las que les faltan, sin embargo, los medios de propulsión. Por último, no podemos olvidar el papel importante que desempeña el hombre en la dispersión de las plantas y semillas, papel que a veces cumple inconscientemente.

viernes, 4 de marzo de 2011

La Germinación - diseminación consciente


La diseminación consciente no es rara, puesto que concierne a todos los cultivos practicados por el hombre. Éste no sólo se esfuerza por asegurar la propagación de la especie, sino que trata también de favorecer la germinación de la semilla; aunque el papel que el hombre desempeña inconscientemente no es de despreciar.

Cuando se realiza la carga y descarga de barcos y de trenes, puede efectuarse sin querer una importación de semillas de plantas extranjeras. La remoción de la tierra, cuando se construye una casa, puede favorecer la propagación de las semillas.

Finalmente, éstas pueden también ir pegadas a las suelas de nuestros zapatos y así, en forma sencilla, sin saberlo y sin quererlo, el hombre se convierte en agente propagador de las especies, por los medios indicados y por muchos otros más que no vale la pena detallar.

Si la simiente cae en lugar favorable, la germinación se produce en el momento oportuno. Es la primera fase del desarrollo, o de la vegetación.

La germinación de un grano es la transición del estado embrionario —en que terminó al madurar el grano— al estado de organismo independiente, cuyo desarrollo ulterior no está supeditado a la planta madre. En el momento de la germinación de una semilla, una fina raíz perfora primeramente el tegumento o envoltura de la misma y penetra en el suelo.

Más tarde se forma un pequeño tallo que se dirige hacia arriba. Empero, el proceso de la germinación se observa más fácilmente en semillas de gran tamaño, como las de la calabaza.

La calabaza tiene semillas chatas, que se encuentran en contacto con la pulpa viscosa del fruto. He aquí por qué la envoltura de la semilla se adhiere con facilidad al suelo. Cuando se produce la germinación, la raicilla penetra primeramente en el suelo.

Luego aparece un tallito. y los primeros cotiledones salen de la envoltura abierta en forma parcial. Ésta queda por lo general sobre el suelo; pero, por estar insuficientemente adherida, puede ser empujada por las primeras hojas. En este caso las plantas se debilitan. Esta excepción ha sido también reproducida en la ilustración.

jueves, 3 de marzo de 2011

Reproducción Sexual de las Plantas


La multiplicación asexual es la forma más primitiva para la continuación de la especie. En cambio, la sexual es una forma superior de multiplicación. Las plantas se reproducen también de esta manera.

Para hacer posible la reproducción sexual, las flores se han asegurado a veces la colaboración de seres vivos. En realidad las flores constituyen la envoltura de los órganos sexuales de la planta; algunas sólo poseen órganos masculinos y otras solamente tienen órganos femeninos: son las flores unisexuales.

Cuando una planta posee simultáneamente flores masculinas y femeninas, decimos que es monoica. Puede darse el caso de que las flores femeninas estén sobre un pie diferente del que sostiene las flores masculinas; entonces la planta es dioica. Las flores que tienen los órganos de los dos sexos son bisexuales.

El botón de oro o ranúnculo (Ranunculus), que se encuentra prácticamente en todas las praderas, es una flor bisexual, es decir, completa. Los órganos reproductores están representados separadamente y con aumento; el sexo masculino se indica en rojo y el femenino en azul. El órgano femenino está constituido por el óvulo con el pistilo y los estigmas; el órgano masculino, por el estambre con la antera, bolsita que contiene el polen.

En primavera, cuando las ramas de la mayoría de los árboles se ven todavía desnudas, las ramas del sauce se cubren de flores de dos clases: unas de color gris verdoso, las otras amarillo fuerce.

Como estas dos especies de flores no están sobre el mismo pie, decimos que el sauce es dioico. Las flores femeninas se hallan formadas por un conjunto de pequeñas flores integradas por un pistilo con óvulo y dos estigmas. Las flores masculinas están constituidas por flores pequeñas con dos estambres adheridos a un pequeño penacho velludo.

El sauce es, pues, unisexual y dioico, y la fecundación de una flor con polen de la misma planta está excluida. En este caso, son los insectos los que aseguran la polinización.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Reproducción asexual de las Plantas


Toda la vida es perecedera y cesa luego de un tiempo más o menos largo. Pero fuera de la muerte natural, los organismos pueden tener fin por accidente, es decir, ser víctimas de otros seres vivos o de circunstancias desfavorables.

La vida concluiría rápidamente sobre el planeta si los seres vivos no tuvieran la facultad de reproducción o de multiplicación; y existe, por cierto, más de un medio para la reproducción de la especie.

Algunos organismos inferiores se dividen en dos y cada una de estas mitades lleva vida independiente. En cambio, otros organismos animales dejan que su cuerpo se cubra con nuevos organismos.

En el reino vegetal las formas inferiores no son las únicas que se reproducen de manera asexual. Hay plantas superiores que poseen también este medio de reproducción. Cuando el jardinero planta brotes, está sirviéndose del poder de regeneración para conseguir individuos jóvenes y nuevos.

La reproducción de numerosas plantas se realiza de esta manera, utilizando retoños (arriba, izquierda). La fresa se multiplica por acodadura, es decir, que algunos tallos que todavía pertenecen a la planta madre, tocan el suelo, echan raíz y dan nacimiento a un nuevo individuo.

Otros vegetales se reproducen por medio de tubérculos, en los cuales se han acumulado reservas, por ejemplo la papa. De los ojos de la papa salen brotes que dan nacimiento a las partes aéreas y a las subterráneas de un nuevo ser. Este modo de reproducción se llama multiplicación vegetativa.

En muchos casos se comprueba, sin embargo, que en el reino vegetal hay células particulares, encargadas de la creación de otro individuo. Puede suceder, igualmente, en el caso de una multiplicación asexual de vegetales, que una nueva planta nazca de una sola célula. Nos encontramos entonces en presencia de una reproducción por esporos.

Así, un objeto dejado en una habitación abandonada puede cubrirse con una capade moho. Al soplar sobre ésta volará una pequeña nube de polvo compuesta por esporos de moho. Si la casualidad quiere que esos esporos caigan en lugar favorable, nacerán entonces nuevos hongos criptogámicos.

martes, 1 de marzo de 2011

El yaro - Arum maculatum


El yaro (Arum maculatum), que crece en lugares húmedos y sombríos, está maravillosamente organizado desde el punto de vista de la fecundación. La inflorescencia se realiza en espádice, que se halla cubierto por brácteas de un blanco verdoso (centro, izquierda) y da origen a la espata que se forma debajo, la cual tiene el aspecto de una bola muy abierta en la parte superior. De la abertura sale un tallo violeta que sirve de cebo.

Observamos también en ella unos pelos rígidos que están en contacto con las paredes de la espata. Si se corta delicadamente (centro, derecha) el borde de la bola, se verá, bajo los pelos, una corona de flores masculinas; más abajo se encuentran varias flores femeninas. El yaro es una flor monoica; pero las flores de los dos sexos están separadas en su inflorescencia.

La polinización la realizan pequeñas moscas que llegan hasta la bola de la espata, pasando a través de los pelos, y se quedan allí cierto tiempo; al querer salir chocan contra los pelos rígidos, que se lo impiden, dejándolas prisioneras. La planta atrae a los insectos con un olor sui géneris y además por el calor que reina dentro de la bola.

En el primer período de la floración solamente están maduros los órganos femeninos, los cuales son fecundados por las moscas si éstas ya han estado en Contacto con el polen de otra planta. Unos días después de esta fecundación, las flores masculinas llegan igualmente a su madurez, y sus anteras se vacían de polen que cae sobre las moscas prisioneras.

Una vez liberado el polen, los pelos que antes impedían la salida de las moscas, ahora marchitos, permiten que los insectos escapen para llevar el polen a otro yaro.

Todo este proceso ha sido descrito escuetamente, como lo exige el lenguaje técnico, y sin embargo pensamos que existe en él materia para un cuento. En efecto, el yaro prepara un verdadero festín para atraer a sus huéspedes, a los que sigue alimentando hasta que el polen está maduro. Sólo entonces los deja partir.