Nos encontramos en
otoño, donde los colores de bayas, hojas y frutos compiten en belleza y color. Durante el (mes pasado ya podíamos
detectar el otoño por el cambio de color del follaje de los árboles de hoja caduca. Pero es en este mes donde en zonas con temperaturas más cálidas este proceso de cambio de color resalta.
En noviembre, aunque el calendario aún indica que nos encontramos en otoño, nos damos perfecta cuenta de que el invierno está entrando y
las plantas que componen los espacios verdes también sienten estos cambios. Las bajas temperaturas, el aumento de la humedad relativa provocada por el incremento de precipitaciones y la disminución de la insolación diaria son los factores que ponen en alerta a las plantas para que se preparen para el invierno.
A finales de noviembre la mayoría de árboles y arbustos entran en una fase que además de ser una defensa, es una parada necesaria y de descanso.
La velocidad de la savia se ralentiza en los árboles de
hoja perenne y se paraliza en los eaducifolios. Todos ellos pasan el invierno aletargados, hasta que los factores anteriormente citados se inviertan de forma progresiva y produzcan una activación, comenzando de esta forma un nuevo año vegetativo.
Durante este período, gracias a la parada vegetativa, debemos determinar que ejemplares queremos que nos acompañen en el jardín. Para conseguir un desarrollo óptimo debemos plantar en el lugar adecuado. Gracias al amplio abanico de posibilidades que nos brinda el mundo vegetal y en particular el ornamental, podemos elegir ejemplares que se adapten a pleno sol, a la sombra, a terrenos demasiado húmedos, a zonas con suelos compactos e incluso que resistan la contaminación.
Este último es el condicionante más importante que nos encontramos en la gran ciudad, esto hace que tengamos que rechazar especies de belleza inigualable debido a la falta de adaptación.
Especies arbustivas como el guillomo (
Cotoneaster), forsytia (
Forsythia), filo (
Syrin-ga vulgaris), piracanta (
Pyracantha), aralia (
Fatsia), ésta no se adapta fácilmente al ser tropical, japónica y otras, se adaptan con facilidad a nuestro entorno. Del mismo modo, árboles eaducifolios como el Ginkgo, Malus, Pru-nus, Plátano común (Platanus acerifolia) y Acer, se desarrollan bien en la ciudad.
Si poseemos un jardín en una zona seca y soleada podemos poner ejemplares con buen desarrollo en este tipo de lugares, como son:
- De hoja caduca, el almez (Celtís austra-lis), cladrastis amarillo (Cladrastis lútea), falsa acacia de tres espinas (Gleditsia triacanthos), quejigo (Quercus canariensis), árbol de las pagodas (Sopbora japónica).