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Jardinería y Terapias

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sábado, 5 de marzo de 2011

Desarrollo de las Plantas


El otoño es la época del año en que madura la mayoría de los frutos y es también la estación en que se recogen frutos y semillas para el invierno.

Los granos ya deben haber sido sembrados para que en la primavera siguiente, a veces lejos de la planta madre, hagan su aparición otras plantas. Si los frutos no contienen más que una sola semilla, es suficiente con diseminarlos. En cambio, si encierran muchas semillas, es necesario diseminar éstas por separado.

Las plantas silvestres aseguran la dispersión de sus semillas de diferentes maneras: hacen uso del viento, del agua, de la piel de los animales y hasta de medios técnicos que les son ofrecidos por el hombre. La ilustración reproduce muchos ejemplos típicos que prueban, una vez más, el ingenio de la naturaleza para asegurar la propagación de las especies.

Son muchas las plantas cuyos frutos y simientes son llevados lejos por el viento. Generalmente estos frutos son pequeños y están dispuestos para el vuelo (amargón y arce), pues parecen estar dotados de alas y de paracaídas. Algunos frutos estallan con fuerza cuando el tiempo es seco y dispersan así sus granos. Otros espolvorean sus semillas (adormidera): sus frutos podrían ser comparados a nuestros saleros.

Si recorremos las dunas y los campos secos en el verano, nuestras ropas se cubren rápidamente de semillas diversas, que se adhieren a la tela, como los viajeros clandestinos trepan a un tren o a un camión (abrojos, tréboles). El agua asegura, en algunos casos, la dispersión de las semillas.

Los cocos pueden ser llevados, por ejemplo, de una isla a otra por la fuerza de las olas. Se convierten entonces en verdaderas embarcaciones a las que les faltan, sin embargo, los medios de propulsión. Por último, no podemos olvidar el papel importante que desempeña el hombre en la dispersión de las plantas y semillas, papel que a veces cumple inconscientemente.

viernes, 4 de marzo de 2011

La Germinación - diseminación consciente


La diseminación consciente no es rara, puesto que concierne a todos los cultivos practicados por el hombre. Éste no sólo se esfuerza por asegurar la propagación de la especie, sino que trata también de favorecer la germinación de la semilla; aunque el papel que el hombre desempeña inconscientemente no es de despreciar.

Cuando se realiza la carga y descarga de barcos y de trenes, puede efectuarse sin querer una importación de semillas de plantas extranjeras. La remoción de la tierra, cuando se construye una casa, puede favorecer la propagación de las semillas.

Finalmente, éstas pueden también ir pegadas a las suelas de nuestros zapatos y así, en forma sencilla, sin saberlo y sin quererlo, el hombre se convierte en agente propagador de las especies, por los medios indicados y por muchos otros más que no vale la pena detallar.

Si la simiente cae en lugar favorable, la germinación se produce en el momento oportuno. Es la primera fase del desarrollo, o de la vegetación.

La germinación de un grano es la transición del estado embrionario —en que terminó al madurar el grano— al estado de organismo independiente, cuyo desarrollo ulterior no está supeditado a la planta madre. En el momento de la germinación de una semilla, una fina raíz perfora primeramente el tegumento o envoltura de la misma y penetra en el suelo.

Más tarde se forma un pequeño tallo que se dirige hacia arriba. Empero, el proceso de la germinación se observa más fácilmente en semillas de gran tamaño, como las de la calabaza.

La calabaza tiene semillas chatas, que se encuentran en contacto con la pulpa viscosa del fruto. He aquí por qué la envoltura de la semilla se adhiere con facilidad al suelo. Cuando se produce la germinación, la raicilla penetra primeramente en el suelo.

Luego aparece un tallito. y los primeros cotiledones salen de la envoltura abierta en forma parcial. Ésta queda por lo general sobre el suelo; pero, por estar insuficientemente adherida, puede ser empujada por las primeras hojas. En este caso las plantas se debilitan. Esta excepción ha sido también reproducida en la ilustración.

jueves, 3 de marzo de 2011

Reproducción Sexual de las Plantas


La multiplicación asexual es la forma más primitiva para la continuación de la especie. En cambio, la sexual es una forma superior de multiplicación. Las plantas se reproducen también de esta manera.

Para hacer posible la reproducción sexual, las flores se han asegurado a veces la colaboración de seres vivos. En realidad las flores constituyen la envoltura de los órganos sexuales de la planta; algunas sólo poseen órganos masculinos y otras solamente tienen órganos femeninos: son las flores unisexuales.

Cuando una planta posee simultáneamente flores masculinas y femeninas, decimos que es monoica. Puede darse el caso de que las flores femeninas estén sobre un pie diferente del que sostiene las flores masculinas; entonces la planta es dioica. Las flores que tienen los órganos de los dos sexos son bisexuales.

El botón de oro o ranúnculo (Ranunculus), que se encuentra prácticamente en todas las praderas, es una flor bisexual, es decir, completa. Los órganos reproductores están representados separadamente y con aumento; el sexo masculino se indica en rojo y el femenino en azul. El órgano femenino está constituido por el óvulo con el pistilo y los estigmas; el órgano masculino, por el estambre con la antera, bolsita que contiene el polen.

En primavera, cuando las ramas de la mayoría de los árboles se ven todavía desnudas, las ramas del sauce se cubren de flores de dos clases: unas de color gris verdoso, las otras amarillo fuerce.

Como estas dos especies de flores no están sobre el mismo pie, decimos que el sauce es dioico. Las flores femeninas se hallan formadas por un conjunto de pequeñas flores integradas por un pistilo con óvulo y dos estigmas. Las flores masculinas están constituidas por flores pequeñas con dos estambres adheridos a un pequeño penacho velludo.

El sauce es, pues, unisexual y dioico, y la fecundación de una flor con polen de la misma planta está excluida. En este caso, son los insectos los que aseguran la polinización.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Reproducción asexual de las Plantas


Toda la vida es perecedera y cesa luego de un tiempo más o menos largo. Pero fuera de la muerte natural, los organismos pueden tener fin por accidente, es decir, ser víctimas de otros seres vivos o de circunstancias desfavorables.

La vida concluiría rápidamente sobre el planeta si los seres vivos no tuvieran la facultad de reproducción o de multiplicación; y existe, por cierto, más de un medio para la reproducción de la especie.

Algunos organismos inferiores se dividen en dos y cada una de estas mitades lleva vida independiente. En cambio, otros organismos animales dejan que su cuerpo se cubra con nuevos organismos.

En el reino vegetal las formas inferiores no son las únicas que se reproducen de manera asexual. Hay plantas superiores que poseen también este medio de reproducción. Cuando el jardinero planta brotes, está sirviéndose del poder de regeneración para conseguir individuos jóvenes y nuevos.

La reproducción de numerosas plantas se realiza de esta manera, utilizando retoños (arriba, izquierda). La fresa se multiplica por acodadura, es decir, que algunos tallos que todavía pertenecen a la planta madre, tocan el suelo, echan raíz y dan nacimiento a un nuevo individuo.

Otros vegetales se reproducen por medio de tubérculos, en los cuales se han acumulado reservas, por ejemplo la papa. De los ojos de la papa salen brotes que dan nacimiento a las partes aéreas y a las subterráneas de un nuevo ser. Este modo de reproducción se llama multiplicación vegetativa.

En muchos casos se comprueba, sin embargo, que en el reino vegetal hay células particulares, encargadas de la creación de otro individuo. Puede suceder, igualmente, en el caso de una multiplicación asexual de vegetales, que una nueva planta nazca de una sola célula. Nos encontramos entonces en presencia de una reproducción por esporos.

Así, un objeto dejado en una habitación abandonada puede cubrirse con una capade moho. Al soplar sobre ésta volará una pequeña nube de polvo compuesta por esporos de moho. Si la casualidad quiere que esos esporos caigan en lugar favorable, nacerán entonces nuevos hongos criptogámicos.

martes, 1 de marzo de 2011

El yaro - Arum maculatum


El yaro (Arum maculatum), que crece en lugares húmedos y sombríos, está maravillosamente organizado desde el punto de vista de la fecundación. La inflorescencia se realiza en espádice, que se halla cubierto por brácteas de un blanco verdoso (centro, izquierda) y da origen a la espata que se forma debajo, la cual tiene el aspecto de una bola muy abierta en la parte superior. De la abertura sale un tallo violeta que sirve de cebo.

Observamos también en ella unos pelos rígidos que están en contacto con las paredes de la espata. Si se corta delicadamente (centro, derecha) el borde de la bola, se verá, bajo los pelos, una corona de flores masculinas; más abajo se encuentran varias flores femeninas. El yaro es una flor monoica; pero las flores de los dos sexos están separadas en su inflorescencia.

La polinización la realizan pequeñas moscas que llegan hasta la bola de la espata, pasando a través de los pelos, y se quedan allí cierto tiempo; al querer salir chocan contra los pelos rígidos, que se lo impiden, dejándolas prisioneras. La planta atrae a los insectos con un olor sui géneris y además por el calor que reina dentro de la bola.

En el primer período de la floración solamente están maduros los órganos femeninos, los cuales son fecundados por las moscas si éstas ya han estado en Contacto con el polen de otra planta. Unos días después de esta fecundación, las flores masculinas llegan igualmente a su madurez, y sus anteras se vacían de polen que cae sobre las moscas prisioneras.

Una vez liberado el polen, los pelos que antes impedían la salida de las moscas, ahora marchitos, permiten que los insectos escapen para llevar el polen a otro yaro.

Todo este proceso ha sido descrito escuetamente, como lo exige el lenguaje técnico, y sin embargo pensamos que existe en él materia para un cuento. En efecto, el yaro prepara un verdadero festín para atraer a sus huéspedes, a los que sigue alimentando hasta que el polen está maduro. Sólo entonces los deja partir.

lunes, 28 de febrero de 2011

Los Hongos - frutos invisibles


Los hongos, de los cuales encontramos numerosas especies en bosques y praderas, son las partes aéreas de plantas que viven ocultas en la tierra; los hongos son, pues, los frutos de una planta invisible. El micelio es una maraña de filamentos que constituye la parte vegetativa del hongo.

En efecto, si cortamos un hongo en el sentido de la longitud y lo observamos al microscopio, comprobamos que está constituido por filamentos. Los esporos nacen en la parte inferior del sombrero del hongo, y, llegados a su madurez, caen para dar nacimiento a nuevos micelios.

Los hongos y numerosas especies de criptógamas no son los únicos en reproducirse por esporos. Las algas, Jos musgos y los heléchos pertenecen igualmente al grupo de las plantas criptógamas. Sin embargo, los heléchos pueden alternar la multiplicación sexual con la multiplicación asexual.

Las plantas con esporos se cuentan entre las más antiguas que posee la tierra. Existían mucho tiempo antes que las plantas de flores hicieran su aparición. Y aun durante el período carbonífero, las plantas con esporos eran las más abundantes entre la flora de la época.

Hay otro hecho que no podemos dejar de señalar: el lirio atigrado (Liliwn tigrinum), además de las flores, presenta unas excrecencias en las hojas, que constituyen otro medio de reproducción. Esos pocos ejemplos bastan para mostrar el ingenio de la naturaleza para la continuación de las especies.

Esos rasgos son todavía mucho más espectaculares cuando se trata de multiplicación sexual. Esta última manera de asegurar la reproducción es, por otra parte, más elevada en la escala evolutiva de la naturaleza y una prueba más de su arte y perfección incomparables.

domingo, 27 de febrero de 2011

Una Pradera o Trigal


Una pradera o un trigal también constituyen comunidades de plantas. Los dos merecen que les dediquemos algún tiempo para observarlos atentamente.

Así podremos ver que, en una pradera, hay algo más que hierba; y que un trigal es interesante porque siempre hay en él las mismas plantas que parecen tener predilección por el trigo.

La ilustración representa un campo de trigo con las plantas asociadas más corrientes. Algunas de ellas se encuentran también en otras comunidades, pero el azulejo, por ejemplo, es una exclusividad del trigal.

Esto nos lleva a otra comprobación: la diferencia entre una pradera y un trigal es mucho más pequeña de lo que un profano puede imaginar.

En efecto, los cereales son hierbas con tallos muy altos que, a través de los siglos, han sido mejoradas por el hombre por medio de selecciones científicas. Como prueba de ello observemos cuánta semejanza existe entre las espigas de trigo y las espigas de numerosas hierbas.

En la ilustración hemos reproducido las espigas de los cereales más importantes: avena (A), maíz (B), cebada (C), centeno (D), trigo candeal (E) y espelta o escanda (Triticum spelta) (F).

Como se observará, el trigo candeal no tiene barbas, mientras que la cebada las posee muy largas; la espiga de centeno también tiene barbas, pero más cortas. En resumen, no es difícil reconocerlas, aun a la distancia, y sin embargo pocas personas pueden distinguir un campo de cebada de otro de avena.

sábado, 26 de febrero de 2011

Lamió blanco - Lamium álbumj


El lamió blanco (Lamium álbumj) llamado impropiamente ortiga (centro), tiene una flor que parece haber sido creada para recibir la visita de los abejorros.

La floración tiene lugar en noviembre y, al revés de la verdadera ortiga, el lamió no tiene pelos con líquidos que irriten la piel.

El néctar está profundamente oculto en el fondo del nectario, y sólo insectos que disponen de una larga trompa pueden alcanzarlo, en este caso, los abejorros. Ciertas mariposas poseen también una larga trompa; sin embargo, no visitan las flores del lamió. ¿Por qué? Porque sus alas rígidas serían un impedimento para introducirse entre los labios de la planta, cosa que el abejorro hace con facilidad.

Al realizar esto, el abejorro roza los estambres. Entonces se cubre de polen y deja, al mismo tiempo, sobre ese estigma, el polen de otra flor, visitada anteriormente. La polinización cruzada se asegura de tal modo. El mecanismo de dicha polinización aparece reproducido esquemáticamente (abajo, derecha) en otra flor.

Pero a veces estas flores que confían exclusivamente en los abejorros para la polinización pueden ser burladas. Ciertas abejas salvajes no consiguen alcanzar el néctar, porque poseen una trompa muy pequeña.

Entonces penetran en la flor por fractura (abajo, izquierda). Practican una abertura en el cáliz, en el sitio del néctar, y lo liban, sin haber cumplido una tarea útil
Existe, pues, entre las plantas citadas y los abejorros una verdadera simbiosis, una asociación que se basa en un servicio mutuo. El delito cometido por la abeja salvaje es una forma particular de parasitismo.

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viernes, 25 de febrero de 2011

Las comunidades de Plantas


Los animales no son los únicos que viven en grupos, comunidades o colonias. Las plantas hacen lo mismo, y quien observa la naturaleza con atención sabe que las características del suelo y las particularidades topográficas no son las únicas que definen el carácter de un paisaje, sino que también contribuye a ello el conjunto de la flora.

Dicho de otra manera, la vegetación tiene también una gran importancia. Aunque el hombre haya modificado considerablemente el paisaje, construyendo fábricas y trazando caminos donde antes sólo había bosques y malezas, todos podemos comprobar aún, sin mayor esfuerzo, que la vegetación difiere según los lugares.

Se pueden distinguir varios tipos de vegetación, según nos encontremos en un bosque, entre malezas, en un campo de pastoreo o en una planicie cubierta de musgo. Digamos además que los bosques difieren entre sí: un bosque de hayas es más sombrío que un bosque de encinas o de abetos; tan sombrío, que pocas plantas pueden vivir en él.

La ilustración representa un bosque con diferentes especies vegetales. Hay en él claros, y las cimas de los árboles no se unen arriba hasta formar un techo de follaje (abajo). Numerosas plantas conviven con estos árboles: arándanos, hongos, heléchos, etcétera.

En la actualidad hay una nueva rama de la botánica que se ocupa de estudiar las asociaciones de las plantas; esta ciencia nueva se llama sociología de las plantas o ciencia de la vegetación. Un bosque de hayas, un bosque de abetos, un bosque con diversas variedades, son ejemplos de comunidades de plantas.

Pero se pueden encontrar igualmente grupos de asociaciones en una misma pradera, en un seto o en un foso. Las comunidades o asociaciones de plantas se caracterizan por su aspecto exterior y también por las especies que las componen.

Además es interesante observar que ciertas comunidades se reparten en capas o pisos, lo cual puede ser fácilmente verificado en el bosque: en el piso superior se encuentra la copa de los árboles, agitada por el viento; más abajo los matorrales, donde resuenan los trinos de los pájaros; más abajo todavía, las hierbas, y finalmente el musgo, donde viven las hormigas y los coleópteros. El lector que quiera observar el bosque con atención, fácilmente descubrirá los pisos que acabamos de citar.