Mediante esta composición de pequeños recipientes se nos demuestra una vez más que determinadas plantas pueden adaptarse perfectamente al interior de nuestros hogares, siempre que se encuentren con las condiciones de cultivo adecuadas. El que una planta prefiera el exterior no es por otra cosa que el entorno que la rodea y el sustrato donde se cultiva, de tal forma que si conseguimos crear un ambiente parecido en el interior es muy posible que estos ejemplares no encuentren ningún obstáculo para evolucionar de forma satisfactoria.
Todos los géneros que forman esta composición necesitan buena iluminación, a excepción del helécho, aportaciones de agua diarias y en algunos casos suelos ricos en elementos nutritivos. Esto lo conseguiremos colocando los recipientes cerca de un punto de luz, dando un riego nocturno a cada una de ellas y aportando abono líquido cada 15 días.
El Blechnum gibbum, helécho, es la especie más empleada para interiores por ser la que mejor se adapta a este medio. Los heléchos necesitan zonas húmedas y sombrías (no les va bien la incidencia directa de los rayos solares), esto lo hace perfecto para decorar rincones donde casi ninguna planta puede vivir.
Para enriquecer la composición de hojas que forman el B. gibbum, el Microceolum y el Calanchoe tomentosa se han localizado géneros por la singularidad y belleza de sus flores. Nos estamos refiriendo a la Claceolaria, la Cambria y el Microceolum.
La Calceolaria es conocida como 'zapatillas de la virgen', es una planta de pequeño porte pero con hojas grandes, pubescentes -cubiertas de diminutos pelos-. En primavera emite unas flores globosas de gran belleza. En lugares iluminados y algo frescos su crecimiento es alegre, llegando hasta la producción de flores. Debemos evitar el contacto del agua tanto con las hojas como con las flores para evitar la podredumbre de las mismas.
La Miltonia, con flores parecidas a la anterior, es una especie de interior que desarrolla un vastago erguido. Sobre éste, en primavera, se abren unas pequeñas flores de cinco pétalos que no tienen una duración de más de cuatro días.
Todos los géneros que forman esta composición necesitan buena iluminación, a excepción del helécho, aportaciones de agua diarias y en algunos casos suelos ricos en elementos nutritivos. Esto lo conseguiremos colocando los recipientes cerca de un punto de luz, dando un riego nocturno a cada una de ellas y aportando abono líquido cada 15 días.
El Blechnum gibbum, helécho, es la especie más empleada para interiores por ser la que mejor se adapta a este medio. Los heléchos necesitan zonas húmedas y sombrías (no les va bien la incidencia directa de los rayos solares), esto lo hace perfecto para decorar rincones donde casi ninguna planta puede vivir.
Para enriquecer la composición de hojas que forman el B. gibbum, el Microceolum y el Calanchoe tomentosa se han localizado géneros por la singularidad y belleza de sus flores. Nos estamos refiriendo a la Claceolaria, la Cambria y el Microceolum.
La Calceolaria es conocida como 'zapatillas de la virgen', es una planta de pequeño porte pero con hojas grandes, pubescentes -cubiertas de diminutos pelos-. En primavera emite unas flores globosas de gran belleza. En lugares iluminados y algo frescos su crecimiento es alegre, llegando hasta la producción de flores. Debemos evitar el contacto del agua tanto con las hojas como con las flores para evitar la podredumbre de las mismas.
La Miltonia, con flores parecidas a la anterior, es una especie de interior que desarrolla un vastago erguido. Sobre éste, en primavera, se abren unas pequeñas flores de cinco pétalos que no tienen una duración de más de cuatro días.